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Opinión Columna


Mientras llega la guardia civil


Publicación:08-02-2019
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Las reuniones de seguridad que se establecen son para tomar café con galletitas.

Es costumbre de los gobiernos que no son emanados del pueblo o que han traicionado al pueblo –se pueden citar mil ejemplos en los últimos diez años- que los instrumentos del Estado, los órganos del gobierno se usen, contra todas las de la ley de instituciones públicas, para mal de los ciudadanos.


No sólo la policía, que para eso está, claro, para sancionar a los delincuentes no a la gente ordenada e inocente a la que hay que cuidar, pero siempre sucede al revés: esas personas, que obran bien: son las reprimidas, encarceladas, mientras los delincuentes se reparten el botín con los jefes policíacos o con los secretarios de seguridad.


O Hacienda. O los servicios de electricidad y de agua potable. Simplemente te cortan el suministro o te llegan los recibos con una cuentota si eres crítico del gobierno estatal, o te caen auditorías o te ponen simios en la esquina de tu negocio o casa, o te roban un vehículo o dos, o te rompen los vidrios o los medidores de los servicios. El Estado así actúa, siempre en contra de los ciudadanos que se fajan los pantalones para colocar los puntos sobre las íes desviadas de la cartilla moral.


Las reuniones de seguridad que se establecen son para tomar café con galletitas. Pueden estar presentes los altos mandos militares, los alcaldes, los diputados de la Comisión de Seguridad, y quien sea, pero en las calles la inseguridad va en aumento, no solo por los descuartizados, que ya se roban las planas de los periódicos, sino por los taxistas hampones, delincuentes con ficha y todo que cometen sus fechorías bajo el amparo de los cuerpos de seguridad del Estado y con la complacencia de la Agencia Estatal de Transporte.


El secretario de seguridad en el estado, Aldo Fasci, dice que la cosa se va a poner peor. El gobernador del Estado dice que tanta mortandad es por la guerra entre los mismos cárteles que se quieren apropiar del territorio. Bueno, y dónde queda el papel del Estado como garante de la tranquilidad ciudadana. ¿Cómo que la cosa se va a poner peor? Si Aldo Fasci está en ese puesto es precisamente para que las cosas no se pongan peor.


Dicen los semiólogos que cuando en un discurso o en unas palabras en público se utilizan “redundantemente” las terminaciones en mente, ese discurso es hueco, se está mintiendo. Cualquier escritor siempre trata de evitarlas, decirlas equivale a decir nada o a no decir mucho, y las cabezas parlantes las dicen hasta el cansancio. En la reunión de seguridad de ayer, el mero mero del estado, plagó su discurso en la mesa de los presentes con lógicamente, simplemente, obviamente.


“Que la guardia Civil, esa bella iniciativa de nuestro señor presidente Andrés Manuel López Obrador, será seguramente, brillantemente, simplemente, bienvenida, ya que representa la mejor forma de enfrentar la inseguridad, provocada, lógicamente, consecuentemente por los bandas de narcotraficantes”. Algo así.


O sea: están haciendo planes contra incendios cuando ya el fuego consumió casi toda la casa. A no ser que Fuerza Civil sea utilizada para reprimir a manifestantes que se oponen al pésimo gobierno, como sucedió cuando Aldo Fasci reprimió a los jóvenes de Unete Pueblo en su plantón contra el tarifazo.



« Redacción »