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Opinión Columna


Roma, ¿la habrá visto Trump?


Publicación:18-01-2019
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Un abrazo a Enrique, Mercedes y Bernardo Berruga


Mientras la gasolina nuestra de cada día ocupa la atención del país, otros asuntos han quedado a la deriva. Uno de ellos, la relación con Estados Unidos.

Trump insiste en que todos los males que aquejan a su país: drogas, violadores, delincuentes y hasta amenazas terroristas provienen de México. Según su teoría, EU vive una crisis generada por México. El cierre del gobierno y la suspensión de actividades de más de 800,000 burócratas por un mes, deriva del conflicto entre Trump y los demócratas, ahora mayoría, de la Cámara de Representantes que se niegan a autorizar el dinero para el muro en la frontera con México.


Los argumentos de Trump son fácilmente controvertibles. No existe históricamente un solo caso documentado del paso de terroristas por la línea que divide a los países. El último fue Pancho Villa cuando invadió Columbus. Históricamente los terroristas se suben a los aviones que luego estrellan contra los edificios, sin que México tenga algo que ver. Las detenciones que se hacen en la frontera han ido a la baja desde 1972 y el año de menos detenciones fue 2017, cuando llegó Trump.


Ha dicho que la única manera de detener el flujo migratorio es a través del muro. La mayor migración indocumentada deriva de visitantes legales cuyas visas expiran mientras deciden permanecer en EU. En cuanto a la entrada ilegal de drogas, la información que existe, hasta la que ocupa horas en las series televisivas sobre narcos, demuestra que el tráfico de drogas es verdaderamente un problema mayor (para México más) pero llega a Estados Unidos en coches, camiones y aviones, por túneles, por el mar y en ocasiones hasta en submarinos. El tráfico hormiga por los sitios desprotegidos es inexistente.


En este debate, en que se ha llegado hasta pensar en declarar una emergencia nacional, el gran ausente es nuestro país. No se necesita conocer un tratado de ciencia política o haber leído la obra de Maquiavelo, para darse cuenta que lo del muro es política interior de EU. Trump ha dicho que México pagará, aunque no quiera, debido al trato comercial favorable en que obtiene el mejor beneficio. El muro cuesta 5,700 millones de dólares. Esta cantidad es apenas un octavo de 1% del presupuesto total del gobierno federal de EU. Todavía quedaría después de construir el muro 99.87% de recursos presupuestales. No es un tema de dinero sino de política interior, aderezado con racismo, persecución, nativismo y antimexicanismo.


México por su parte nombró como embajadora ante EU a Martha Bárcena, una magnífica diplomática de carrera. Tendrá a su cargo la difícil relación y la tarea de insistir en la grandeza mexicana ante los agravios del bravucón. Como dijo al presentar sus credenciales: la contribución de los mexicanos a la sociedad, cultura y economía de EU es invaluable. Pudo haber agregado que México es capaz de crear cultura, como lo demuestra Roma, la de Cuarón. ¿La habrá visto Trump? ¿Le habrá entendido?


La soberanía es algo más que un capítulo en los tratados de ciencia política. Desde Bodino, como enseñaba el maestro De la Cueva en la UNAM, la soberanía tiene dos dimensiones: una externa y otra interna. La interna consiste en el no reconocimiento de ningún poder que pretenda oponerse al del soberano. Como el soberano es el pueblo, el presidente ha dejado claro que es el pueblo el que manda, como también es claro que él es su intérprete y vocero. No obstante, en la dimensión externa la soberanía significa la independencia de la República frente a cualquier otra. La soberanía externa presupone la presencia de otras comunidades igualmente soberanas, con las que debe darse una coexistencia internacional, en la cual un elemento indispensable es la dignidad y el respeto recíprocos. No puede tolerarse el menoscabo de la dignidad de un pueblo como ha venido haciendo Trump con México.


Ahora que el país celebra el éxito de Roma, la extraordinaria película mexicana del momento y ante el silencio oficial frente a los agravios del vecino, de otorgarse el Oscar, su director Alfonso Cuarón tendría todas las credenciales populares para, al recibir el merecido galardón, reiterar que los mexicanos no somos lo que dicen. Roma es una simple muestra de la grandeza mexicana, de las que hay muchas otras.


Twitter: @DrMario MelgarA



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