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Opinión Columna


Entre dos mundos


Publicación:09-12-2018
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El México de los presidentes López Mateos y López Obrador pertenecen a mundos diferentes

 

Las referencias continuas del presidente López Obrador al México anterior, a modelos de gobierno de otras épocas y estrategias exitosas utilizadas en otros momentos, nos deben llevar a generar escenarios de desarrollo para México. ¿Dónde queremos llegar en los próximos años?


El modelo de Desarrollo Estabilizador, o "milagro mexicano", mencionado reiteradamente por el presidente como caso de éxito, fue instrumentado entre 1940 y 1970, en los gobiernos de Adolfo Ruíz Cortines, Adolfo López Mateos y Gustavo Díaz Ordaz, para generar estabilidad macroeconómica.


Sin embargo, es cierto que la referencia continua de López Obrador es la política económica presentada por el secretario de Hacienda, Antonio Ortiz Mena, al López Mateos en 1958, para reactivar al país.


El crecimiento promedio de ese periodo fue de 6.8%, la producción industrial 8% y la inflación 2.5%, cifras impensables en este país durante los últimos años.


Según Vidal Llerenas en un artículo publicado en "El Economista" el 5 de abril de este año, lo hecho por Ortiz Mena podría ser un importante referente para la política económica que pretende instrumentar el presidente López Obrador.


En contraste, hoy vivimos en una economía globalizada, donde una decisión de cancelar una obra como la del aeropuerto es cuestionada a nivel mundial y las calificadoras internacionales empiezan a dar a una economía como la nuestra, aún estable y fuerte, indicadores de riesgo. Esto nos habla de que el México de López Mateos y el de López Obrador, pertenecen a dos mundos diferentes, donde lo único similar es su apellido paterno.


El modelo de desarrollo estabilizador propició crecimiento económico, pero fue en otro contexto que no es el de hoy. El modelo macroeconómico era más simple y controlable que el de hoy, donde intervienen variables de alto impacto del exterior.


El desarrollo estabilizador representa una visión proteccionista e intervencionista utilizada por el gobierno para impulsar al país durante la posguerra, aprovechando las oportunidades de una economía global lastimada por la Segunda Guerra Mundial. Evidentemente fue una política exitosa que ayudó a construir lo que hoy es México. Sin embargo, el mundo actual es radicalmente diferente.


Hasta que se empezó a gestar la globalización y México se integró a ella, simbolizada con la firma del TLCAN gestionada por el presidente Salinas de Gortari, el titular del Ejecutivo tenía el control total de la economía del país; en cierto modo era omnipotente y podía controlar todo dentro de nuestras fronteras.


Cuando el presidente López Portillo estatizó la banca en 1982, le bastó cerrar los bancos para evitar fuga de capitales. En cambio doce años después, en diciembre de 1994 la simple percepción de una posible crisis financiera de México —apenas iniciaba la administración del presidente Zedillo— propició la fuga de grandes capitales por medios electrónicos, lo cual constituyó un descalabro financiero mayúsculo que le costó al mandatario casi todo un sexenio para revertirlo.


El mundo de hoy es altamente inestable, regido por percepciones emocionales de impacto inmediato y en tiempo real. Una simple declaración desafortunada puede generar una crisis en el mundo.


Por tanto, necesitamos poner nuestra vista en el futuro como parte de esta economía abierta y globalizada y no pretender seguir modelos exitosos desarrollados en otro contexto. El mundo de hoy es otro muy diferente al de 20 años atrás y México requiere soluciones que se alineen con las circunstancias de hoy.


El pasado debe ser una referencia subjetiva, simbólica y emocional, pero las decisiones que traen consecuencias deben ser tomadas con la vista puesta en el futuro y las condiciones del presente. ¿Usted cómo lo ve?


Twitter: @homsricardo


www.ricardohoms.com



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