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Opinión Columna


Lo Real en la educación


Publicación:07-11-2018
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Lo Real en la educación es fuente infinita de deseos, creatividad e invención, sin embargo ello no se puede apreciar aún con toda su fuerza

Decimos Real en el sentido que le dio a dicha palabra -un registro de la experiencia humana, junto a lo Simbólico e Imaginario- el psicoanalista francés Jacques Lacan, para referirse a eso imposible de nombrar, eso que se resiste a ser conocido, imaginado y simbolizado, y que siempre retorna al mismo punto.


Sigmund Freud hablaba de Ello y lo Inconsciente, para referirse a ESO desconocido, que solo podía ser conocido por sus efectos, es decir a través de los síntomas, los sueños, los olvidos, actos fallidos, etc. como descompás de los humanos con la civilización; por más que se intente y se intente –cantaba Mick Jagger- I can't get no satisfaction, que se llegaba a partir de una deslocalización de la palabra de los principios de identidad, razón suficiente y tercero excluido, dotando a la palabra de una cualidad diversa, hasta antes no conocida, quedando en la teoría como “regla fundamental” de la Asociación Libre, empleada durante una experiencia psicoanalítica.


Lo Real en la educación es eso imposible de saber, tanto del lado del saber en sí, eso que se ubica reduciéndolo a puro conocimiento, presentación de conocimiento para ser aprendido y evaluado; que por más que leamos y leamos, investiguemos, siempre encontramos esa “piedra en el camino” como ausencia de totalidades; del lado de los maestros y los alumnos, ninguno de los dos realmente se entiende, eso no es de ahora, sino de siempre. Solo que anteriormente en los siglos anteriores las nociones de orden y disciplina, posteriores a la de la moralidad y la gracia divina, intentaban organizar el contexto escolar, entonces si se cumplía, se podía ser disciplinado o indisciplinado, de ambas partes. La pareja maestro-alumno, tenía que tener ciertas reglas fundamentales, a fin de sostener su función y rol. Hoy asistimos a una era diferente, donde rescatar dichas prácticas correctivas-disciplinarias no solo es patético (ya nadie cree en un maestro que grita y amenaza; en otro que habla de las normas para garantizar tal o cual cosa en el presente y futuro) sino perjudicial, ya que una mayor vigilancia y control (una mejor evaluación) ante los malestares de la escuela, los niños y los jóvenes, produce precisamente que lo singular del lado del maestro y del alumno -eso que no se está leyendo, ni teniendo lugar para vivir y estudiar, y de lo que sería necesario para pautar una vida feliz y creativa- no se está tomando en cuenta.


Pasado el siglo XX, ahora tenemos otras lógicas en el lazo social, las instituciones, empezando por la familia, no son lo que eran anteriormente, e intentar permanecer nostálgicos y reaccionarios (acción para atrás) ante esos tiempos pasados supuestamente mejores, es ejercer una de las peores estrategias para vivir las mudanzas del mundo actual y sus nuevas relaciones, sea con moralidad o disciplina al estilo de los sistemas totalitarios. Las naciones, escuelas, empresas y trabajos, también han ido modificando sus estructuras y formas, de aquellas basadas en una organización garantizada por un valor o personaje de alto rango (Estructura piramidal) a unas más dinámicas, caracterizadas por una horizontalidad, donde la participación es más libre y por ello, más responsable. Donde los líderes generan su lideranza en base a la inspiración, creación y responsabilidad.
Los cambios en el lazo social (de lo jerárquico a lo horizontal participativo) atemorizan a más de una persona, grupo, institución y gobierno, sobre todo aquellos donde su identidad, cohesión y funcionalidad dependen de una estructura jerárquica de administración de la verdad en relación al ejercicio del poder.


Lo Real en la educación es fuente infinita de deseos, creatividad e invención, sin embargo ello no se puede apreciar aún con toda su fuerza, ya que para la lógica tradicional (de ahí que muchas personas se asusten, inclusive, con la frase “Lo Real en la educación”) es fuente de miedo y deseos de control. “No hay que dejar que los alumnos hagan tal o cual cosa, porque si no se te trepan”, “Debemos hacernos respetar desde el primer momento”, y expresiones del mismo tono, muy de la lógica del siglo XX, o aquellos que, a priori, suponen que las estrategias tendrían que ser siempre de evitar cualquier forma de mal-entendido que se preste a ofensa, descuido, etc. Ni uno ni lo otro, pues el malentendido-por ser hablantes, llegó para quedarse. En ese sentido, eso misma postura ante lo Real, ante el malentendido, el de poder sostener y soportar la incomodidad, las fallas, lo incompleto, convirtiéndolo ya no en sufrimiento, ni en motivo de queja y regaño (sujeto de la disciplina) sino en fuente de creatividad, amplificación y responsabilidad, puede permitir realizar un pasaje del lazo social de la irresponsabilidad, aquel que por basarse en la moralidad, donde algo o alguien garantizan la verdad por su rango de poder, los expertos (ideológicos, políticos, económicos, académicos, militar) al de la responsabilidad, que parte de tomar contacto y conocimiento del propio deseo que nos habita, sus límites éticos, para pasar a la invención y colocación de algún objeto singlar en el mundo.


En ese sentido, un estudiante y maestro de este siglo XXI, acorde con el lazo social horizontal, no puede ser aquel pautado ni en el iluminismo, ni en el de la disciplina basada siempre en la moral exterior, ni en las verdades jerarquizadas, ni en el deber ser de la calidad de vida, ya que todo ello es productor de irresponsabilidad, debido al sometimiento a un pattern (primero se establece el deber ser/hacer, luego hay que imponerlo a una colectividad) sino aquellos inquietos por realizar una transmisión y aprendizaje singulares, principalmente aquellos parten de lo que ha tocado para sí mismo/a, para hacer que con ello, maestros-estudiantes puedan hacer lo mismo.


camilormz@gmail.com



« Redacción »
Camilo Ramírez Garza


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