La ultraizquierda y la ultraderecha son palabras que hacen referencia a los extremos del mapa ideopolítico, separados por un inexistente centro (es decir, un centro de equilibrio virtual, no existe en sí, sino por sus opuestos que se definen por lo que no es) flanquead por alas más conservadoras de cada posición.
Cada posición ideológico-política se supone tiene una agenda bien establecida, en base a su ideario partidista, la derecha posee como base ideológica el catolicismo, con sus diferentes variantes, unas más conservadoras (Yunque, Opus Dei, etc.) y otras más liberales (Teología de la liberación, jesuitas, etc.) están convencidas de una organización jerárquica piramidal, similar a la de la iglesia, donde a cada peldaño y el grupo que lo ocupa, le corresponde ese lugar y sólo ese lugar; por lo tanto la paz depende de que todo siga tal cual. No son grandes reformistas, sino que buscan establecer el orden y el progreso en base al retorno a valores pasados, donde las posiciones entre hombres, mujeres y niños, es fija y conservadora. Cualquier cosa que huela o insinúe derechos y participación de las mal llamadas “minorías” las mujeres, los trabajadores, es vista como una desestabilización del orden que se supone natural-divino, y por lo tanto a ser erradicado. Se permite la libertad siempre y cuando sea sólo de mercado, la moral y los valores conservadores, se mantienen para leer e interpretar la sociedad y sus diferentes contextos, familia, escuela y trabajo.

En el caso de algunas empresas mexicanas, es posible apreciar -tanto dentro como fuera de México- cómo inician las dificultades al entrar en contacto con otras culturas e idiosincrasias, que no contemplan el monopolio y lo jerárquico conservador como el “corazón” de sus prácticas y políticas.

La izquierda política se dice abanderar otras causas y derechos, reivindicando a los sectores más vulnerables, la mujer, los homosexuales, los migrantes, los más pobres. Sin embargo, tanto la izquierda como la derecha, a lo largo y ancho del mundo, corren el riesgo de acaparar el poder, y en lugar de resolver los problemas, inmediatos y estructurales, capitalizan políticamente los programas asistenciales, perpetuándolos y explotándolos como vías de obtención de voto; gracias a eso, las campañas, en cierta forma, nunca se acaban, pues no se deja lo mediático, político y partidista, para dar paso a la función del gobierno, con sus tareas muy bien definidas.

La izquierda -extrema, moderada y liberal- si se me permite la expresión, puede hacer muy bien su función; han generado una gran expectativa y gran responsabilidad en México, MORENA y AMLO pueden hacer grandes cosas (refinerías, mejora educativa, bajar precios de gasolinas, incentivar el empleo, atender la inseguridad, detener el pillaje y la corrupción de las cúpulas del poder, etc.) siempre y cuando no se conviertan en eso mismo que atacaban y prometían combatir, y para ejemplos hay muchos, dentro y fuera “de la casa propia” : cientos de jóvenes del 68, hoy flamantes funcionarios, que fueron revolucionarios cuando no tenían nada, pero al recibir algo, poco o mucho, ya nunca se destetaron del poder y sus dádivas presupuestales; periodistas e intelectuales silenciados con dinero, etc.

Al ver las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a…. La reciente elección brasileña, que eligió en el segundo turno a Jair Messias Bolsonaro con el 55.1% de los votos venciendo al petista Fernando Haddad como el próximo presidente del Brasil, no surgió por generación espontanea, sino por el descontento de una gran parte del pueblo brasileño con los gobiernos del PT, que gobernaron del 2003 al 2016, con Lula y Dilma Rouseff, respectivamente. Ahora, el 1 de enero de 2019, se “dará la vuelta” para ver si realmente podrá “mover eso de ahí, cambiar todo” como lo prometió el ultraderechista, ex militar Bolsonaro en campaña.

camilormz@gmail.com