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Opinión Columna


¿Queremos o debemos tener un NAICM?


Publicación:07-10-2018
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Todas las quejas, protestas y denuncias que se presenten con respecto al proyecto deben de ser atendidas y resueltas,

 

Vaya polémica y discusión que se ha dado en los últimos días en la Ciudad de México con respecto a la viabilidad/factibilidad y necesidad de que se siga adelante con la construcción de un nuevo aeropuerto de la Ciudad. El próximo 28 de octubre se hará una consulta/votación y de lo que de ésta emane, el próximo gobierno tomará la decisión de seguir con la obra ya iniciada o cancelarla.


Los que se oponen al proyecto hablan de serias afectaciones ambientales, entre las que destacan algunos argumentos relacionados con el ruido y el tráfico que están generando los camiones que acarrean material, destrucción de cerros y acuíferos, el que se están tirando lodos en zonas ambientales como es el caso de la reserva natural Molino de Flores, despojo de tierras, operación irregular de minas cercanas al proyecto, que la CDMX se va a inundar y, la desaparición de cuerpos de agua.


Por el contrario, quienes defienden la obra, en este caso el Grupo Aeroportuario de la Ciudad de México (GACM), argumenta que cuentan con un Plan de Restauración Ecológica, un Programa de Rescate de Flora y Fauna, Acciones de Monitoreo y Conservación de Aves, Programa de Monitoreo de Calidad en Cuerpos de Agua, Programa de Uso Sustentable del Agua, Plan Integral de manejo de Residuos, Plan Integral de Manejo de Residuos Peligrosos, Plan de Monitoreo, Registro y Verificación de Gases de Efecto Invernadero, Plan de Monitoreo de Ruido y, Acciones de Recuperación y Conservación de Suelos.
Todo lo anterior, implica, entre otros aspectos, la reforestación de 264 hectáreas, el rescate de 69 mil individuos de flora, 37 monitoreo de avifauna en 17 cuerpos de agua, 19 campañas de monitoreo de la calidad del agua en igual número de cuerpos dentro y fuera del polígono sin que se detecte contaminación de los mismos por parte del proyecto, 71% de los residuos sólidos urbanos han pasado por un proceso de valorización, cuentan con planes de acción en caso de derrames y accidentes como producto del manejo de residuos peligros sin que hasta la fecha se haya dado algo así, se han realizado 37 campañas de monitoreo de ruido perimetral diurno y 20 nocturnas.


Además, se buscará que al proyecto se le otorgue el certificado de sustentabilidad LEED V4 asegurando con esto que en la nueva terminal aeroportuaria sea eficiente en el uso de energía, el consumo de agua sea racional, se fomente el reciclaje de materiales. Será el primer aeropuerto del mundo en contar con una certificación LEED V4 Platino para la terminal de pasajeros y LEED V4 Oro en la Torre de Control, Centro de Control de Área y, Centro de transporte Terrestre Intermodal.


Además de los temas ya considerados en relación al proyecto, hay muchos otros a tomar en cuenta, como sería el caso de los mensajes negativos que México mandaría a mercados, inversionistas nacionales y extranjeros, calificadoras y quedaría en evidencia la falta de certeza jurídica que se requiere en obras de este tipo. Igualmente, en caso de que se decida el gobierno próximo a cancelar la obra, ¿de dónde se va a sacar el dinero para indemnizar a las decenas de contratistas que tiene el GACM? ¿Han visualizado la cantidad de demandas que se les pueden venir encima? ¿Cómo va a seguir operando un aeropuerto que hoy en día está saturado?


Al igual que otros proyectos de infraestructura de esta naturaleza y magnitud, es claro que van a haber impactos, pero ello no implica necesariamente que por los mismos estas obras no puedan ir adelante siempre y cuando se implementen de manera efectiva las medidas de prevención, mitigación y compensación que se establecen en el marco jurídico ambiental nacional.


Todas las quejas, protestas y denuncias que se presenten con respecto al proyecto deben de ser atendidas y resueltas, más aquellas que tengan sustento y razón de ser. Quienes serán gobierno a partir del 1 de diciembre, deberán de actuar con imparcialidad, con mucha cautela, con cabeza fría. ¿Es este el momento adecuado para una consulta de un proyecto que lleva 30 % de avance? ¿Es ético hacer esta consulta cuando la mayoría de los consultados no tienen a la mano la información que requerirían para que en función de esto puedan tomar una posición?



« Redacción »
Gustavo Alanís Ortega


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