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Opinión Editorial


Nuestro mundo. dos noticias


Publicación:30-09-2018
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Dos retratos del "mundo 2018", dos sendos fracasos.

Nuestro mundo. Entre miríada de noticias pesimistas, destaco dos. Dos retratos del "mundo 2018", dos sendos fracasos. La acumulación de nuevos conocimientos de tecnologías otrora inimaginables y de las advertencias de grupos sapientes sobre la salud de la humanidad y de la Tierra, al no distribuirse adecuadamente, deben cuestionarse. Difícil será que los editores del Fake News desmientan las noticias de las cuales escribo. Cuando se tienen elementos suficientes para que determinados hechos no sucedan, el efecto negativo se multiplica. En 2018, la humanidad, explican los conocedores, cuenta con instrumentos adecuados para evitar o prevenir diversas tragedias. Primera noticia. La climatología y los conflictos desbordan el hambre; el subtítulo es contundente: El número de subalimentados aumenta por tercer año, alcanza los 821 millones de personas y vuelve a niveles de hace una década. Segunda. La tuberculosis es la gran epidemia que está más lejos de ser controlada. Quien habla es Peter Sands, director del Fondo Mundial contra Sida, Tuberculosis y Malaria. Entre una y otra información median ocho días. Los encabezados provienen de El País. He citado en más de una ocasión a Rudolf Virchow (1821-1902), médico y político alemán. "Si la enfermedad es una expresión de la vida del individuo bajo condiciones no favorables, las epidemias son indicadores de alteraciones en los grupos humanos y en la vida de las personas", escribió Virchow hace más de un siglo. Virchow pervive: ninguna epidemia es gratuita. El ser humano tiene que ver con todas. O es el causante o es el promotor. En nuestro México, y pido disculpas por el parangón, "nuestras epidemias", las "epidemias mexicanas", cumplen con lo escrito en los renglones previos: Pobreza/mal gobierno, corrupción/mal gobierno, impunidad/mal gobierno y narcotráfico/mal gobierno han enfermado al país in extremis. Hambre en 2018. Dicen los expertos, en este caso, de la UNAM: "A pesar de que hoy en día se producen tres veces más los alimentos necesarios para alimentar a toda la humanidad, el hambre y la desnutrición siguen azotando a amplios sectores poblacionales y países de África, Asia y América Latina". Explica el artículo: "En la batalla que libra la humanidad contra el hambre, los seres humanos vamos perdiendo. En 2017, 821 millones de personas se iban a la cama cada día sin haber ingerido las calorías mínimas para su actividad diaria, 15 millones más que el año anterior, lo que supone un retroceso a niveles de 2010". De nuevo los conocedores: "De acuerdo con cifras de la FAO, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, sí hay alimentos, pero no están bien distribuidos o se desperdician. Alrededor del 30 por ciento de los alimentos se desperdician". Advierte la prensa: "Los conflictos, los eventos climáticos extremos y las crisis económicas son los principales responsables de esta regresión…". El hambre humilla, mata, deforma. Hace que las personas dejen de ser seres humanos: sin futuro y sin dignidad, difícil pervivir. La noticia sobre las enfermedades es demoledora. Peter Sands explica al hablar de las tres grandes epidemias, tuberculosis, sida y malaria, "27 millones de vidas salvadas entre las tres grandes epidemias, con importantes reducciones de la mortalidad (el 40% en sida, el 42% en malaria, y un progreso menor en tuberculosis, el 21%)". Los porcentajes "alegres" del Fondo Mundial contra las enfermedades mencionadas tienen otras lecturas. La inmensa mayoría de los decesos ocurren en países pobres. Cada deceso termina con una vida y, si la víctima es la madre —suceso frecuente en el affaire sida—, la familia queda desprotegida. Comparto datos de Organizaciones encargadas de las enfermedades: 1. En 2015 murieron 429 mil personas por paludismo, la mayoría en África; las cifras previas incluyen 303 mil niños. 2. En 2017 fallecieron 940 mil personas debido a enfermedades relacionadas con el sida. 3. En 2016 fallecieron 1.7 millones por tuberculosis. El hambre puede evitarse, las epidemias podrían prevenirse y los enfermos podrían curarse o controlarse. Celebro que el número de víctimas, de acuerdo con los expertos, haya disminuido. No celebro que sigan muriendo personas por causas evitables. En 2018 ese desbalance no debería existir. El problema es obvio: quienes mueren, o son invisibles, o son considerados infrahumanos, o nunca existieron. Politizar las enfermedades, como creo que diría Virchow, es necesario.



« Redacción »