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Opinión Columna


Jefe de gabinete


Publicación:18-09-2018
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Pero eso de que Alfonso Romo pretenda ser el Jefe de Gabinete nos da una idea de la confusión de conceptos

En torno a los resultados de los comicios que le dieron el triunfo a Andrés Manuel López Obrador (2018-24), son muchos los interesados que proclaman ser sus progenitores; desde la costosa posición institucional que ocupó Lorenzo Córdova Vianillo que abarca la preparación de las elecciones hasta la imposición de la multa a Morena por la creación del fideicomiso para la ayuda a los damnificados de los sismos y la eventual triangulación de fondos para la campaña, pero fundamentalmente está detrás, la imposibilidad de desplazar las fronteras nacionales y la lejanía de mantener la ecuanimidad en medio de la coyuntura de alcanzar un estado estacionario sin posibilidades de mejoría, al lado de que la falta de oportunidades de inversión y el desempleo auspiciaron una profunda ansiedad que deviene de la convicción de que la contracción económica conduciría al desempleo crónico y de aquí a la convicción del fracaso del sistema.


Localizada la situación en que se encuentra la autora de los días en que se dio el triunfo a Andrés Manuel López Obrador, no podemos menos que reconocer que salvo el resultado aplastante que legitimó a López Obrador como virtual presidente de la República, el sistema sigue siendo el mismo y su nota lo constituye el pluralismo con algunos factores menos que el que el sistema feudal expresados por los mecanismos institucionales de la sociedad, a través de los cuales las necesidades y opiniones existentes en el país son organizadas, articuladas, dotadas de energía y vida propia, y con alguna frecuencia sirven como mecanismos de distorsión de las expectativas de la población, lo que puede pensarse que pueda ocurrir en el campo previo del sistema de regulación.


Sin embargo, lo que sucede de ordinario es lo contrario las instituciones responden al sentir interesado del hombre, y por lo general, también toman su tiempo desencadenando sus acciones durante el desenvolvimiento de las asociaciones y los medios de comunicación masiva de triste memoria cuando Emilio Azcárraga Jean (Televisa) festejaba la práctica de los negocios más rentables con la democracia mexicana y compartía la dirección política que el gobierno imponía al país sugiriendo colaboradores, hasta que finalmente los colaboradores del régimen no supieron de los límites en que en que habría de admitirse soluciones no convencionales y la incapacidad para para elaborar con rapidez una selección de propuestas practicables de regulación y solución.


En derredor de esta experiencia que hizo de la alternancia conjugada para hacer pasar la dirección política del PRI a Acción Nacional, con el ascenso sucesivo de Vicente Fox (2000-06) y de Felipe Calderón (2006-12) y de este último a Enrique Peña Nieto para actuar en nombre del PRI, un verdadero fracaso en cuanto que con ésta no se arrastró la estabilidad de los gobiernos aludidos y tan es así que Andrés Manuel López Obrador obtuvo el triunfo electoral sin objeciones, y mucho menos la alternancia sucesiva permitió identificar a los responsables de las decisiones políticas asumidas por los gobiernos anteriores. Incluso, parte del proceso comicial finalmente llegó hasta este punto, en parte como resultado de que la alternancia no limitará la inevitable deformación corporativa de la voluntad del pueblo, con base en que el sistema electoral deviene de una curiosa mezcla de moderación y demagogia, y de educación y engaño del elector.


En realidad, el hecho de que el sistema tenga como fuente de sustento el que el cuerpo electoral sea el último árbitro periódico en la formación de la mayoría, al lado del mecanismo en que las reglas del juego aceptados por todos imponen no abusar del poder y trasmitirlo intacto al contrincante en caso de derrota electoral, supone toda una moralidad en que la deidad de la conjugación de moderación y la expresión demagógica de las pasiones que a todos abrazan, y de educación sobre los problemas y engaño del elector, le dan un significado especial al tambos batiente con que Enrique Peña Nieto culmina su mandato frente a una opción diferente, en que se someten a consulta algunas de las formas estructurales, en particular las que permiten la reelección y le dan un significado al presidencialismo.


A este respecto, escribe el profesor de derecho constitucional de la Universidad de Londres Harold J. Laski: “…la historia del Congreso, y en especial la del senado, podría resumirse diciendo que representa un continuo esfuerzo para hacer del presidente la hechura de la legislatura y, en particular, del senado, pues la relación de éste con la política exterior y con la facultad de designar funcionarios, unida al hecho de que la carrera normal de un senador siempre durará más que la de varios presidentes, le confiere una situación ventajosa para imponer sus opiniones...durante el periodo posterior a la guerra civil…la tesis del senado fue que el presidente debía moverse con andadores, que ese cuerpo controlaría. (…) El Congreso, escribió Woodrow Wilson, no domina al presidente mismo, pero convierte a los secretarios en sus humildes servidores” (El sistema presidencial norteamericano. Siglo XX, Buenos Aires, 1948, p. 96-97).


Por eso la importancia de saber que cada quien asuma sus tareas y responsabilidades en el contexto de que todas las acciones gubernamentales estarán sujetas a lo que determine la ley, definido como estado de derecho. Pero eso de que Alfonso Romo pretenda ser el Jefe de Gabinete nos da una idea de la confusión de conceptos que lo hacen tocarse con el siniestro José Córdova Montoya que se le ocurrió llegar tarde a la reunión de seguridad durante el levantamiento armado de Chiapas, y anunciándose en la oficina de Salinas el estado mayor pasó una tarjeta en que le hacía saber que en la puerta estaba el jefe de la oficina pidiendo su acceso, haciéndole saber que sí el jefe de gabinete entraba, el Ejército se retiraría del cuidado del Presidente. Días después, Córdova renunció al gobierno de Carlos Salinas de Gortari.



« Redacción »
Carlos Ponzio


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