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Opinión Columna


Nueva batalla: el estado de la nación


Publicación:06-09-2018
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Pero pese a los diferentes estilos, el fondo es el mismo. Y el cartel ganador de julio podría permanecer inmutable varias temporadas.

 

Informe y contra informes. El último informe del presidente Peña Nieto logró abrirse a través de la densa cortina tejida por los dos candidatos presidenciales opositores, en competencia cerrada de varios meses por ver quién denigraba más al gobierno en funciones. Tras la elección, la campaña continuó a cargo de los apuntados a los altos puestos del próximo gobierno. En su encomienda de no dejar vacíos informativos, los ungidos se dedicaron a colocar en los medios frases incendiarias sobre el México que deja la presente administración. Junto a ellas, el apocalipsis es un día de campo.


Esta campaña alcanzó un clímax con el griterío de Morena en la instalación de la Cámara de Diputados. Fue la anticipación de un contra informe, en una estrategia aparentemente dirigida tanto a blindar a la siguiente administración de sus eventuales tropiezos, remitiéndolos a la supuesta herencia del antecesor, como a justificar probables medidas distantes del discurso de campaña, señalándolas como obligadas por esa herencia. En todo caso, el sexto informe documenta un México mejor que el denigrado en los contra informes, con datos verificables para hacer frente a la nueva batalla sobre el estado de la nación, central en la campaña permanente del nuevo gobierno.


¿Nuevas élites en la Cámara? Perdió peso entre analistas la ubicación de López Obrador en el modelo de Hugo Chávez de Venezuela. Ahora se centran en otra equiparación: con las presidencias priístas de Echeverría y López Portillo. Pero habría que ver. Para no comparar hoy retóricas, estilos ni gestiones, sino estructuras de poder, lo más parecido a las elecciones anteriores a las reformas políticas de los noventa fue el regreso a las mayorías absolutas logrado este año por la coalición de AMLO. Pero en contraste con los intelectuales más cercanos al próximo presidente, con su desdén a las voces de alerta ante la inminencia de una nueva fase de absolutismo presidencial y sus argumentos en favor de un mando sin contrapesos, como en el apogeo de una toma revolucionara del poder, ciertamente legitimada en las urnas, las élites más avanzadas del antiguo régimen leyeron el "carro completo" priísta de la elección de 1976, como expresión de un régimen en declive, disfuncional a los nuevos tiempos, excluyente de la pluralidad.


En consecuencia, aquellas élites impulsaron un ciclo reformista que empezó garantizando los derechos de las minorías en un régimen de pluralidad de la representación política, y culminó en la década de 1990 garantizando condiciones de competencia electoral verdadera, que le abrieron paso a la alternancia de partidos en la Presidencia a partir de 2000. En cambio, una parte de las nuevas élites políticas que llegan con AMLO se equipararían más bien a las élites del antiguo régimen rebasadas por el ciclo reformista. No sólo por la nómina de personajes del viejo PRI montados al carro del próximo gobierno, sino, sobre todo, por la sumisión anticipada, incondicional, estruendosa al futuro presidente, exhibida durante el debut, el sábado, de la abrumadora mayoría de diputados en que se sustenta la construcción del nuevo fenómeno mexicano de monopolio de poder político.


Plaza llena. A diferencia de la prepotencia bravucona y sus feroces pulsiones de exclusión y eliminación del contrario, de las furias vindicativas contra las minorías perdedoras, por parte de las nuevas hordas anti parlamentarias empeñadas en bloquear la parla, es decir, la deliberación y el diálogo propio de los parlamentos, las élites más tradicionales del establishment en los setentas se resistían a los cambios con pintoresquismos y simplezas supuestamente deudores de la sabiduría popular. Entre los más socorridos, el de un gobernador taurófilo: "si seguimos teniendo la plaza llena", se preguntaba con socarronería en defensa del abrumador monopolio priísta: "¿para qué cambiar de cartel?". Pero pese a los diferentes estilos, el fondo es el mismo. Y el cartel ganador de julio podría permanecer inmutable varias temporadas.



« Redacción »