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Opinión Editorial


Causa y efecto


Publicación:09-07-2018
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Era muy, muy pequeña cuando atestigüé cómo mis padres daban “asilo” a estudiantes perseguidos por la fuerza pública, tan sólo por manifestarse contra el gobierno, allá por la Plaza de Colegio Civil, en el Centro de la ciudad.

Era historia recurrente. Viéndolo de lejos creo que como familia, corrimos con suerte ya que a pesar de ser finales de los 60 y principios de los 70 épocas “oscuras” en nuestro país, jamás nos sucedió nada, tampoco a nuestros “huéspedes”.

Pasaron los años y poco, muy poco avanzaba la democracia. Era la hegemonía de una sigla.

Lejos está aquel 1964 cuando por primera vez en México, los partidos políticos empezaron a tener presencia en la Cámara de Diputados; para 1972 eran 25 legisladores de minoría y  para 1977 ya eran 42.

Dato curioso, hoy es el Partido Revolucionario Institucional el que apenas alcanzaría esa misma cantidad de curules en San Lázaro, la peor en su historia.

Pero la vida me y nos ha alcanzado para ver la llegada de un presidente diferente al PRI y su regreso para volver a cambiar, ahora por una fuerza de izquierda.

En la elección del pasado 1 de julio Morena y si coalición pasó a ser la primera fuerza política de México, lo que muchos llaman la “Cuarta gran transformación de México” y el otrora “partidazo”, prácticamente desaparecido de la faz de México.

Si a todos nos quedaba claro que esta sería una elección histórica, no todos sabíamos hasta qué grado, empezando por la cantidad de puestos en juego, la enorme cantidad de partidos y fuerzas políticas, el gran interés de los observadores electorales y por la figura de la reelección.

En sólo una semana han cambiado muchas cosas, desde el tono con el que se refieren al  triunfador y muchos, pero muchos, aún tratan de digerir lo sucedido y sobretodo, tratar de entender lo que pasó, por qué pasó y cómo pasó. Otros más siguen hablando de fraude ¡qué flojera!

La falta de seguridad, los gasolinazos, la Casa Blanca, Ayotzinapa, la deuda más alta de los últimos 25 años, son entre otros, los grandes temas en que el gobierno de Enrique Peña Nieto le ha quedado mal a los mexicanos.

Pero aún peor es la falta de cercanía, no sólo del PRI, sino de todo representante de elección popular a quienes les ganó el interés personal y la soberbia. Cada acción tiene una reacción, No se puede defender lo que no tiene defensa. Es la ley de causa y efecto.

Es cierto, aún faltan cosas por definir, pero creo que ha prevalecido la civilidad.

¿Qué hay luna de miel “política”, sí.

Hay muchas esperanzas puestas en el nuevo gobierno, en la nueva fuerza política. Y ella, como el resto de los ganadores tienen sobre sí la enorme responsabilidad de hacer bien las cosas.

Los que tenemos suficiente edad sabemos cuánto ha costado la democracia y la paz en nuestro país; los millenials, afortunadamente, no han tenido que sufrirla tanto, no tienen que ver correr la sangre, protestar salvo en redes sociales, lo cual es mucho mejor que el uso de las armas.

Pero todos, los que votaron por Andrés Manuel y los que no, todos hemos ayudado a trazar un nuevo camino en la historia de México. Asegurémonos que sea para bien, elogiando y aplaudiendo las cosas buenas pero sin perder el espíritu crítico cuando haya lugar.



« Redacción »