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Opinión Columna


Debatir ¿para qué?


Publicación:14-06-2018
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Este último encuentro pareció más bien el colofón de aquella famosa obra de teatro, en la que el estribillo publicitario “vendía” aquél sustancial mensaje

Terminamos el triduo de debates, previo al momento final en la muy cercana elección presidencial y millones de mexicanos, empiezan a preguntarse, si en verdad vale la pena invertir millonadas de pesos, en un ejercicio que vino de más a menos en el impacto real en la opinión pública.

Vamos, los organizadores del instituto nacional sostienen que los debates proporcionan información adicional y estratégica que puede inferir en el proceso de la toma de decisiones de los votantes indecisos o reafirmar la lealtad a aquellos que ya están decididos.

¿Pero en verdad, pueden servir en un proceso de conversión de preferencias electorales?

Todo indica que no, toda vez, que luego del espectáculo en que se convirtió el primero de estos debates, realizado en el Palacio de Minería, en la Ciudad de México, y que propició que fuera un tema nacional, los mexicanos esperaban que el segundo, celebrado en Tijuana, ó el tercero, de Mérida, rompieran todas esas expectativas de interés público.

Cosa que no sucedió.

Este último encuentro pareció más bien el colofón de aquella famosa obra de teatro, en la que el estribillo publicitario “vendía” aquél sustancial mensaje:

“Entre las mujeres podemos atacarnos...pero nunca nos haremos daño”, sin duda que parece que los aspirantes a la Presidencia de la República; Ricardo Anaya, por el Frente; José Antonio Meade, por el PRI y sus Aliados, Jaime Rodríguez, el dizque independiente y el puntero, Andrés Manuel López Obrador, parecían satisfechos al verse hasta cierto punto cómodos con el circo que, según ellos, estaban armando.

Lo cierto, es que cuando la gente se dió cuenta que el último debate, más que un enfrentamiento  en forma y fondo, pareció más bien un evento boxístico de los que abundan en Las Vegas, bajo  el patrocinio de “Don King Productions”, simplemente  se desconectó de todas las plataformas y de sus redes sociales, o sencillamente le cambiaron de canal, y volvieron a hablar de los temas que verdaderamente les preocupan:

¡La suerte de la Selecciòn Nacional en su próximo juego contra Alemania y en que diablos terminará la serie de Luis Miguel en Netflix!

Todo confirma lo que los expertos se cansan en señalar, que cada campaña, por chica o grande que sea, de ninguna manera puede considerarse igual que las anteriores; por lo que en esta ocasión el voto de castigo, puede destronar a su Majestad reinante: el voto del miedo.

Definitivamente que, en un escenario de tanto encono contra la clase política y económica dominante en México, pocas estrategias pueden lograr un proceso de conversión en un proceso de toma de decisiones en el electorado; y por el contrario pareciera que terminan por reforzar los pensamientos preexistentes.

Vaya, tristemente puede resultar más influyente una campaña en redes sociales, con memes altamente creativos, que ver a cuatro supuestos líderes de opinión, elegantemente vestidos, en un lugar que años atrás fue señalado como una muestra de la corrupción de los grupos de poder que ahora “claman”, por una nueva oportunidad.

No obstante, sigue existiendo un interesante segmento de indecisos; mismos que pueden lograr que suceda un resultado atípico ante la constante avalancha de encuestas que dan por favorito y casi sentado, el triunfo de López Obrador.

Porque no sería la primera vez que en un proceso democrático,  las minorías terminarán decidiendo...

 



« Redacción »


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