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Opinión Columna


La invención del futuro


Publicación:06-06-2018
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Responder desde otro lugar, desde otras formas, es posible. La invención del futuro no solo es posible, sino de vital trascendencia.

Ni los veo ni los escucho


Carlos Salinas de Gortari

Hagamos un ejercicio, digamos, inspirado en el psicoanálisis: lea en voz alta los siguientes nombres: Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría, López Portillo, De la Madrid, Carlos Salinas de Gortari, Zedillo, Fox, Felipe Calderón, Peña Nieto.


¿Qué evoca usted al escuchar estos nombres? ¿Cómo fueron sus campañas? ¿Cómo fueron sus gobiernos? “…Diga, pues, todo cuanto se le pase por la  mente. Compórtese como lo haría, por ejemplo un viajero, sentado en el tren del lado de la ventanilla que describiera para su vecino del pasillo como cambia el paisaje a su vista"  (Freud, 1913/2001)
Debido a sus acciones y resultados -y no a suposiciones o invenciones de la prensa o ciudadanía- eso nombres, los presidentes mexicanos de los últimos cincuenta años, han devenido casi sinónimo de… malestar, devaluación, crimen, endeudamiento, empobrecimiento, inflación, guerra sucia, compra de votos, secuestros, matanzas (Tlatelolco, Jueves de corpus-el halconzao, Acteal, Aguas Blancas, Atenco, Ayoyzinapa, etc.) feminicidios, neoliberalismo, FOBAPROA, empobrecimiento, devaluación, promesa frustrada, sacar al PRI de los pinos, resultó PAN con lo mismo: un presidente jugando al soldadito, prende fuego para comprobar que vivíamos sentados en pólvora (Juan Villoro sobre Calderón) guerra contra el narco encima de la sociedad civil, contubernio, tráfico de influencias, Enrique-si-miento-ilícito, Casa Blanca, reformas estructurales (energética y de educación) luego gasolinazos, estafa maestra, entrega recursos nacionales disfrazando de inversión extranjera, y un largo etcétera que se desea contrarrestar con criminalización del reclamo social y gastos millonarios en cuidado de imagen.

Ignorancia extrema, clientelismo, partidismo, tráfico de influencias, empresas y facturas fantasma, lavado de dinero, cuentas millonarias en el extranjero, todo a costa del dinero y los recursos de la nación; políticos que usan el país como si fuera una empresa, y una muy mal manejada, por cierto, ya que usan el nombre del país, “México”, no para mejorar o amplificar sus recursos, sino para mantener al mínimo el gasto e inversión, pero si para hacer negocio, recordemos el típico mecanismo de “comprar” a través de particulares terrenos a precios de risa, para después comprarlos de nuevo, pero a través del presupuesto, con cargo a las dependencias, es decir a los impuestos de los ciudadanos, inflando las facturas para que algo se gane el gobernante en turno y sus partidos. ¿Por qué nadie dice nada? Porque se hace a la vista de mucha gente, trabajadores de gobierno, quienes también temen, cuidan o se benefician de esos “moches”, bajo el consuelo –lo dijo el presidente de México hace unos años- de que la corrupción es cultural, normalizándola, de creer que es la única forma de trabajar o ganar un poco más, viviendo bajo el PRIncipio “el que no tranza no avanza”, sin darse cuenta que ellos serán también afectados por sus mismas prácticas.

Y una vez más la campaña presidencial, llena de sonrisas, abrazos, propuestas y promesas, pues prometer no encarece, seducir con imagen, golpeteo, guerra sucia, pues “haiga sido como haiga sido” (Felipe Calderón) se pelea por el poder, ¿Poder para qué? ¿Para servir o servirse? Evidentemente basta con revisar la historia de este medio siglo, para advertir que se han servido y con “la cuchara” extremadamente grande, los partidos políticos no representan a la ciudanía, nunca lo han hecho, nunca lo harán, a pesar de que ellos están formados por ciudadanos, esa es la ilusión que intentan generar en las campañas, que la gente se identifique con ellos, si las campañas están tan deterioradas, las estrategias tan simplonas, se lo debemos también al tipo de información que predominantemente se atiende y encanta: el escándalo, la indignación y el miedo, tres formas terribles de lazo social que por supuesto impiden y deterioran el pensamiento crítico, la argumentación de ideas, la reflexión, el ejercicio mismo de la política, que se basan en el fin (ganar el poder) justifica los medios, “haiga sido como haiga sido” calderonista.

Responder desde otro lugar, desde otras formas, es posible. La invención del futuro no solo es posible, sino de vital trascendencia.

 



« Redacción »
Camilo Ramírez Garza


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