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Cultural Literatura


Los Premios Nacionales de Artes y Literatura 2019


Publicación:21-12-2019
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El pasado lunes 9 de diciembe, en Palacio Nacional, se llevó a cabo la entrega de los Premios Nacionales de Artes y Literatura que el Estado otorga cada año

A eminencias del ámbito cultural. Esta vez fueron seleccionadas cuatro personalidades. A diferencia de los sexenios anteriores, en esta ocasión el número de galardonados disminuyó notablemente aunque en esta oportunidad, como no había ocurrido en muchos años, los reconocimientos fueron entregados a tiempo, sin demora, sin posposiciones, de manera pronta luego de darse a conocer los nombres de los ganadores.  

México.- Los designados para llevarse el máximo galardón en artes y letras que otorga el Estado mexicano, correspondiente al año 2019, son la lingüista e investigadora Concepción María del Pilar Company Company (Madrid, 1954) en Lingüística y Literatura, el director y productor teatral Abraham Oceransky Quintero (Ciudad de México, 1943) en Bellas Artes, el académico y jurista Diego Valadés (Mazatlán, 1945) en Historia, Ciencias Sociales y Filosofía y la artesana Carmen Vázquez Hernández (Chiapas, 1958) en Artes y Tradiciones Populares.

 “La lengua, espejo de identidad”

 La lingüista e investigadora Concepción María del Pilar Company Company dice, modesta, que el galardón se lo dedica a la disciplina, pero a la vez, sin duda, el reconocimiento la lleva a adquirir un “gran sentido de responsabilidad”:

      ?Porque se trata de un premio muy generoso, ya que califica todo el trabajo, especializado y constante, que hay detrás de esta profesión. Este premio lo recibo con orgullo por su significativa importancia, pues es rarísimo que en el ramo de la literatura se lo den a una lingüista, ya que competimos con los creadores… No, no es bueno usar la palabra competencia, porque el premio es para “lengua y literatura”, y casi siempre se lo dan a un literato, no a un lingüista.

      La académica siempre bromeaba con el tema:

      ?Ante la creación, los lingüistas no tenemos prácticamente nada que hacer. Siempre tenemos la de perder…

      Seguramente ya no dirá más acerca de esta cuestión, porque esta vez el lingüista tuvo mucho más que decir que el literato.

     ?No sé cuántos lingüistas han recibido este galardón. Debemos ser unos tres o cuatro, nada más. Hasta hace un año el Premio Nacional de Lingüística se lo daban a un literato. Conmigo se ha roto esta tradición…

      En tal contexto los premios se suelen dar a creadores, dice la filóloga:

      ?Nunca he escrito una línea creativa en mi vida. Nunca escribí, cuando era adolescente, ni siquiera mi querido diario… pero, por supuesto, he escrito artículos y libros especializados para la difusión del conocimiento.

      Los lingüistas, dice, no podrían apropiarse de la difusión de conocimientos si no se abocaran, previamente, a la “investigación dura y pura de lan teoría de las palabras”. Por eso, repite, el premio se lo dedica a la disciplina que la ha remitido su oficio:

      ?He hecho muchísima investigación en 40 o 41 años como lingüista, reflexionando y mostrando con datos de la historia de la lengua española cómo ésta es espejo de identidad.

      Este premio es también, asegura, un reconocimiento al trabajo del investigador:

      ?Un trabajo importante, porque hace sociedades más seguras de sí mismas. Y saber quiénes somos a través de nuestra lengua es algo trascendente, al igual de no sentir vergüenza de cómo hablamos, sea el idioma que fuere: el maya, el mixteco, el mazateco o el huichol, cada uno de ellos otorga un sentido de identidad…

      El premio, reitera, se lo dedica “a la investigación y a la reflexión sobre las relaciones entre lengua e identidad”:

     ?Y, por supuesto, a la lingüística ?subraya al final.

“Creo en el arte, no en el comercio”

Abraham Oceransky fue presencia constante, como espéctador, en las funciones de la 40 Muestra Nacional de Teatro. Aun cuando la fila fuera larga, Oceransky se formaba pacientemente con una cámara Reflex entre sus manos y, si no alcanzaba lugar hasta adelante, sin ningún problema tomaba asiento en butacas posteriores o intermedias.

      Con esa sencillez, el director y productor teatral habla sobre el Premio Nacional de Artes 2019 que la Secretaría de Cultura le otorgó en el área de las Bellas Artes:

      —Con premio o sin él, yo no puedo cambiar mi forma de ser. Aun así, continúo en la búsqueda intelectual y espiritual —y lo dice quien notoriamente está allegado a conceptos, sí, espirituales de país, nación y patria, a través de los cuales reconoce el principal compromiso de haber recibido un galardón como el Nacional de Artes—. A pesar de todos los acontecimientos internos, quiero a mi país, lo amo. Todo el tiempo, desde que empecé en el teatro, hasta hoy, sigo pensando que debemos hacer de este país lo mejor que podamos, de lo contrario no habrá futuro.

      De acuerdo con el profesor, un futuro promisorio se puede construir forjando “exponentes honestos”:

     —Lo que no significa que el hombre o la mujer sean el mejor actor o la mejor actriz; sino que respondan favorablemente a la necesidad de brindar los mensajes que debe recibir la gente. Por eso quiero poner dentro de ellos nuevas herramientas que les den la capacidad de decir lo que realmente quieren decir, que no tomen de otros sino de ellos mismos.

      Cuando llega gente joven y le dice:

      —Quiero aprender…

      Oceransky tiene que empezar a ver si el que se lo dijo cree en sí mismo:

      —Debo hacer que vean a su país, a su ciudad, su calle o amigos como algo importante. Así van a ser mejores artistas. Yo creo en el arte, no en el comercio. Por eso me parece que con el arte escénico puedes enseñarle a la gente a ser un poco mejor como persona.

      El productor ha podido notar una tendencia en la historia que el teatro mexicano ha contado en los últimos cinco años:

     —El teatro ahora está hablando de los problemas nacionales. Es una respuesta de inconformidad respecto a otro tipo de teatro que puede estar bien hecho pero va en pro de la violencia hacia las mujeres, por ejemplo, un teatro que cuenta otras historias que México en este momento no necesita.

      Oceransky reconoce que en ocasiones acude a la violencia, pero como recurso para incrementar el impacto de su mensaje:

      —A veces hago teatro muy violento porque necesito despertar al público, pero a veces también hago teatro muy ligero porque veo que el público tiene necesidad, hambre, de convivir con la familia, de convivir de una manera sana.

      El público, dice el director teatral, tiene que acostumbrarse a buscar qué es lo que necesita escénicamente y quién puede dárselo:

      —Hallar un mensaje que le promueva la intensidad de su búsqueda.

      Como miembro de la dirección artística de la 40 Muestra Nacional de Teatro encargada de seleccionar las obras y ejes temáticos de esta edición, Oceransky se dice sorprendido respecto a las propuestas recibidas:

      —Nos dimos cuenta de que el 80 por ciento de las inscripciones era de grupos con temas de historias de México, además de erradicar la violencia en sus puestas… Se está buscando otra narrativa, una narrativa ciudadana, solidaria, que apela a la paz, que busca la reconciliación contando historias entrañables de personas vivas, de personas que intentan hacer un mundo mejor, que busca deshacer estos nudos de confrontación humana, que busca los vínculos de paz…

      Para Oceransky, estamos viviendo una época “donde está cambiando la forma artística del país”, porque “hay una necesidad social”:

      —Cuando al teatro se le ve como un bien de consumo, lo orillan a contar historias de consumo: divertidas pero no tienen nada que ver con nuestros valores. El arte que no tiene que ver con los valores del pueblo, acaba con el pueblo.

      De ahí que considere que el “relanzamiento” de la red de teatros del Instituto Mexicano del Seguro Social sea “algo súper valioso”. Y recuerda que después del auge de la red en la década de los cincuenta hasta los ochenta del siglo pasado, “trataron las autoridades de hacer que los creadores mantuvieran a los teatros, lo cual es un crimen: ¿cómo le pides a un creador que consiga dinero para pagar los teatros?”

      Con este “relanzamiento ojalá la red sea abierta y pueda cobijar a lo mejor que hay en el país”.

“Hay buenos juzgadores, pero hay malos gobernantes”

El académico y jurista Diego Valadés opina que los derechos culturales se han desarrollado en México de una manera satisfactoria en el orden de sus enunciados y de su instrumentación institucional, pero habría que estar conscientes de que la cultura en el futuro será el expositor más importante de todas las sociedades:

      —Progresivamente tenderá a disminuir la jornada de trabajo en todas partes del mundo en virtud de los procesos de automatización y de robotización, lo que dejará más espacio a la actividad cultural (sea como creadores o como intérpretes), de manera que la cultura es el futuro de todas las sociedades.

      México tiene, para el Premio Nacional en Historia, Ciencias Sociales y Filosofía, “un potencial cultural extraordinario”:

      —Por eso es momento de comenzar a pensar que en el futuro cercano los autores mexicanos y los intérpretes tengan mayor presencia en el país…

      Diego Valadés recibió el Premio por su trayectoria académica en el campo del derecho, lo cual le supone un gran estímulo para seguir trabajando:

      —Los premios no son para que a partir de ellos uno se dé por satisfecho, sino es un compromiso, justo como yo lo he recibido— indica el ganador de numerosas condecoraciones y reconocimientos a nivel internacional.

      El también docente ha impartido las cátedras de derecho e historia constitucionales y ha sido expositor y conferencista de temas jurídicos en simposios, congresos y seminarios en diversas partes del mundo. Al respecto, piensa que su responsabilidad es la de contribuir a la preparación de nuevas generaciones de abogados.

      —Dar lo que los jóvenes esperan: conocimientos y comunicación cercana. He podido ver el desarrollo de muchos jóvenes como miembros del Foro, como miembros de la Judicatura y como miembros de la Academia, y eso es algo con lo que estoy más cercano.

      El derecho, dice Diego Valadés, “es como una fuente de cohesión y de orden para la vida colectiva”:

      —Por eso su importancia en la sociedad es permitir que vivamos y convivamos en un espacio de libertades y de pluralismo donde haya respeto por lo diferente y la posibilidad de que convergentes y disidentes y discrepantes contribuyamos al desarrollo del país.

      En el ámbito en el que el galardonado trabaja es el del derecho púbico:

      —Por supuesto, todos los aspectos de trabajo jurídico son relevantes, pero el que corresponde a mi necesidad es básicamente el público y, en particular, el constitucional. En lo que debemos trabajar es en la modernización de las instituciones y en el perfeccionamiento de la democracia.

      Para que los ciudadanos vuelvan a confiar en la impartición de justicia, Diego Valadés considera que, basado en los análisis demoscópicos sobre salarios, los niveles de aceptación y de confianza en la justicia son razonables, pero tienen que mejorar:

      —Lo importante es que se siga dando un ejemplo de rectitud por parte de las autoridades judiciales, en su mayoría funcionarios honorables. Sin embargo, seguimos teniendo dificultades principalmente en el acceso a la justicia. El problema no está en su impartición, sino en el acceso a ella ya que no hay instituciones que promuevan el acceso de las personas que piden justicia.

      La organización y el funcionamiento de los tribunales locales en su mayoría están bien integrados…

      —Pero siguen siendo objeto de presiones por parte de los gobernantes. El caciquismo en México es uno de los obstáculos para que esta sociedad confíe en la justicia. Hay buenos juzgadores, pero hay malos gobernantes.

      Diego Valadés descarta que los ciudadanos tengan alguna responsabilidad en ello:

      —Pedir que resuelvan los problemas me parece excesivo…

      Empero, su papel es el de “exigir sus derechos”:

      —Por ello, con las manifestaciones los ciudadanos se hacen presentes. De ahí la necesidad y la urgencia de avanzar en los derechos de la mujer.

      El creador de más de cien ensayos, monografías y libros derivados de sus investigaciones es empático con las causas sociales, en particular con la lucha de las mujeres, como se observa en sus redes sociales en donde comparte o apoya las manifestaciones feministas y en la legalidad del aborto. En ese sentido reconoce que la situación de la mujer en México dista mucho todavía de ser satisfactoria:

      —Sin duda ha habido avances en el otorgamiento de derechos políticos. Ha habido avances en cuanto a que se han establecido medidas para buscar la equidad de los órganos de representación política, pero en materia laboral y en materia cultural la mujer sigue estando necesitada de nuevas políticas en el país.

      Por ello es necesario cambiar la actitud general de la sociedad hacia la mujer:

      —La mujer gestante, por ejemplo, requiere de una serie de alimentos diferentes a los que corresponde el consumo calórico de otro adulto. Todavía no tenemos ese tipo de programas en el país. No hemos dado a la mujer el espacio y el lugar que necesita. Y, por otra parte, las deficiencias del Estado laico en México también mantienen restringidos algunos de los derechos de la mujer, particularmente los de carácter sexual y reproductivo.

      Por último, Diego Valadés revela que está trabajando en la elaboración del Atlas Constitucional de América, un proyecto compartido a cargo del Instituto de Investigaciones Jurídicas en el que están involucrados varios académicos del Instituto de Geografía de la UNAM:

      —El producto del trabajo lo presentaremos el año próximo. Será el primer atlas constitucional que se haga en el mundo. Vamos a plasmar en representaciones cartográficas y en gráficas específicas el contenido de las constituciones de los 35 países que constituyen nuestro continente.

“Somos dichosos de haber heredado el trabajo de nuestros antepasados”

Han sido años de trabajo y esfuerzo los que la artesa Carmen Vázquez Hernández ha dedicado a la difusión, preservación y enseñanza del telar de cintura en comunidades indígenas de su estado natal: Chiapas.

      Aunque, como bien lo menciona, esta labor la ha realizado sin esperar nada a cambio, recientemente fue reconocida por la Secretaría de Cultura federal con el Premio Nacional de Artes 2019 en el campo de Tradiciones Populares.

      Y lo ha recibido por contribuir “al enriquecimiento del patrimonio cultural” del país y “por ser ejemplo de superación para su comunidad, por su trayectoria en el mejoramiento del textil tradicional, así como por su liderazgo comunitario y dedicación a la enseñanza y promoción de las técnicas y valores tradicionales entre las nuevas generaciones”. 

      En su natal Venustiano Carranza aprendió a tejer en telar de cintura, algo común en muchas familias pues se transmite a las mujeres de generación en generación. Ella lo aprendió de su madre, pero también de sus hermanas, siendo Carmen la menor de los cinco hijos de la familia Vázquez Hernández.

      Blusas, rebozos, así como trajes para hombre y mujer son las prendas que ella ha tejido a lo largo de mucho tiempo; pero, más allá de practicar esta técnica ancestral, también se dio cuenta de que podía ser una fuente de trabajo y de superación para las mujeres de su comunidad y de pueblos aledaños. 

      También se dio cuenta de que las nuevas generaciones ya no se estaban interesando por aprender a tejer, como se había venido realizando, por lo que decidió emprender la labor de enseñar el arte en las escuelas, en albergues, en cualquier lugar donde había alguien que quisiera aprenderlo:

      —Yo hago este trabajo con mucho gusto, porque es parte de nuestra historia, de nuestra cultura. Y porque somos dichosos de haber heredado el trabajo de nuestros antepasados. Yo pertenezco a un grupo de señoras que vamos a vender nuestros productos a cualquier parte de la República Mexicana, pero cuando nos han invitado al extranjero he tenido que ir sola…

      Dicha que nadie se la puede arrebatar: gracias a su oficio ha conocido países como Japón, España, Chile y Argentina.

      Refiere que cuando viajó a Japón, en 2005, llevó un telar para elaborar un mantel causando asombro:

      —En Japón, cuando ven a un mexicano, se emocionan. Querían que les firmara sus libretas. Yo no entendía nada de lo que decían. Lo único que entendía era “arigato”, y después me dijeron que eso significa “gracias”. Tuvieron que poner una valla donde yo estaba tejiendo, porque se llenó de gente. Es una alegría para mí ver que en otros lados nos reciben con mucho gusto...

      La artesana —que en sus viajes quisiera llevar telares más grandes, pero debido a las restricciones en los aeropuertos le es imposible— indica que también ha recibido muchas invitaciones para dar cursos en universidades de Estados Unidos, pero por falta de visa no ha podido trasladarse a ese país.

      En su comunidad, por tradición, sólo las mujeres se dedican a la elaboración de prendar con el telar de cintura, pero ella quisiera que también los jóvenes aprendieran la técnica. Por eso en las escuelas intenta inculcar a los hombres esta tradición:

     —Es muy bonito saber tejer, tener el trabajo de nuestros abuelos, nuestros ancestros. Me da tanto gusto enseñar: me nace de mí sin esperar nada a cambio… pero vieron mi trabajo, lo que yo he hecho. Me da gusto cuando me dicen: “Maestra, esto es lo que me enseñó y ya lo estoy terminando”, y son niñas que nunca han tejido. Me da mucha alegría saber que lo que yo sé, lo estoy compartiendo con otras personas.



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