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Cultural Literatura


Sergio Ramírez, el buscador de belleza en el lenguaje


Publicación:17-11-2019
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“La gracia del viaje de Don Quijote es que no desea el regreso”, confesó a un periódico español el novelista nicaragüense Sergio Ramírez

México.— Durante la 61 edición del Festival Internacional de Cine de Bilbao (ZINEBI) —celebrada el día de ayer en la sala BBK—, se estrenó la obra cinematográfica Sergio Ramírez, la herencia de Cervantes en Centroamérica, bajo la dirección del cineasta Iván Argüello Lacayo, cuyo guion estuvo a cargo de Erick Blandón, en tanto Juan Zubillaga realizó la producción de la película. 

      El Festival ZINEBI —fundado durante el año 1959 en Bilbao— se convirtió en el espacio idóneo para que, nuevamente, el nombre de Sergio Ramírez rompiera fronteras y se colocará en medio de la creación artística vanguardista, libre y compleja en medio de una temporalidad contemporánea de la mano de dos compatriotas, quienes retoman su experiencia y herencia en tierra nicaragüense.

      El cineasta Argüello, a través de una nota valorativa, comparte que la película rescata la memoria de los movimientos estudiantiles e intelectuales desde el 23 de julio de 1959 —cuando ocurrió la masacre de estudiantes en León—; pasando por el Movimiento de los 12; abordando el quehacer literario en la revolución del 79; y luego como organizador del Festival Literario Centroamérica Cuenta hasta culminar con la entrega del Premio Cervantes, en abril de 2018.

      Seguir la línea de inspiración y de esfuerzo del novelista, cuentista, ensayista, periodista, político y abogado de origen nicaragüense Sergio Ramírez (Mesatepe, 1942), es un ejercicio valioso ya que, como en pocos momentos de la vida, se puede apreciar la fortaleza de un hombre que ha sabido entretejer dos hilos finos para convertirlos en herencia cultural para Latinoamérica: la pasión por la literatura y el activismo político.

      Sus primeros pasos en el mundo literario se dieron a través del cuento: El estudiante, publicado en 1960. Tres años más tarde escribe Cuentos, su primer libro, el cual es una recopilación de relatos; y para 1970 fue impresa Tiempo de fulgor, su primera novela. De esta forma Ramírez trazaba un escenario en donde evidenciaba que la escritura puede derribar muros establecidos por la clase social y política dominante.

      Durante 1977 en Nicaragua, encabezó el grupo opositor de Los Doce, integrado por intelectuales, empresarios, sacerdotes y dirigentes civiles, en apoyo del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), el cual se encontraba en lucha contra el régimen del presidente nicaragüense Somoza.

      Después de formar parte del gobierno de Daniel Ortega, se retira de la política en 1996 para dedicarse a la literatura. 

Convirtiendo la realidad en obra de arte

Autor de Adiós muchachos (1999) —novela dedicada a su proceso revolucionario y vivencias políticas y, escrito que se convirtió en una de las causas principales por la cual mereció el Premio Cervantes 2018—, ha escrito más de 60 obras literarias, entre las que se encuentran novelas, cuentos y ensayos traducidos a 20 lenguas, y siendo el primer centroamericano en ganar el Premio de Literatura en Lengua Castellana Miguel de Cervantes, ha reconocido que a él le atrae la realidad por razones relacionadas a su anormalidad, historia de traiciones, ambición sin límites e irrespeto a la legalidad, que han estado siempre presentes en América Latina.

      En su trayectoria como editor funda la Editorial Universitaria Centroamericana (EDUCA) en 1978 y la Editorial Nueva Nicaragua (ENN) en 1981. Su consagración a nivel internacional aparece en 1998 cuando es galardonado con el Premio Alfaguara por su novela Margarita, está linda la mar.

      El 11 de noviembre de 2014 es galardonado con el Premio Carlos Fuentes a la creación literaria en la lengua española, por considerar que su obra conjuga "una literatura comprometida con una alta calidad literaria", destacándolo como “intelectual libre y crítico, de alta vocación cívica". Ese mismo año es nombrado vocal del patronato del Instituto Cervantes, en representación de las Letras y la Cultura latinoamericanas.

      Ramírez no sólo cuenta con el talento de agudizar la mirada sobre una realidad que lo aborda, sino que en movimientos discretos, cálidos y serenos atrapa los matices de la vida y los dispara contra el lenguaje, entregando al lector una obra impregnada por una rica amalgama de compromiso cívico, con matices de pensamientos que cuestionan la realidad —los grandes molinos de viento—, experiencias y referentes históricos de la literatura y el arte, trazados con un profundo compromiso del tiempo que le ha tocado vivir al mirar y sentir la vida para poder escribirla.

      “Busque usted lo contradictorio en su pensamiento y en su conducta, y encontrará las explicaciones”, escribió en su obra La fugitiva (2007); frase que ilustra de forma clara cómo Sergio Ramírez es capaz de respirar las diferencias, hacerlas dialogar, confrontarlas, escribirlas y admirarlas.

      Cuando en 2017 al nicaragüense se le entregó el premio Cervantes no sólo cruzó una brecha cultural dignificada, sino que su obra fue profundamente reconocida por habitar en la narración y la poesía el rigor del observador y el actor. El jurado de la Real Academia Española puntualizó: “su escritura refleja la viveza de la vida cotidiana convirtiendo la realidad en una obra de arte, todo ello con excepcional altura literaria y una pluralidad de géneros, como el cuento, la novela y el columnismo periodístico”. También se le consideró un maestro de narradores centroamericanos, renovando la poesía en castellano.

      Sergio Ramírez ha sido un buscador de justicia, democracia y belleza en la vida misma, y en los días que habitan al calendario. En otras ocasiones, el intelectual nicaragüense busca tales elementos dentro de las palabras alojadas en un libro, en la literatura y las letras: ¿Quién puede diferenciar en dónde comienzan y terminan las fronteras entre dichos espacios? Ante todo, estamos en presencia de un buscador de vida y de sentido con todas sus letras.



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