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Podrá la IA escribir libros


Publicación:16-09-2019
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Esos asistentes pueden predecir los gustos del consumidor y por tanto pueden llegar a revolucionar la forma de consumir libros

Escritores y editores coinciden en que la inteligencia artificial podría escribir un libro perfecto desde algoritmos matemáticos, pero no podrá ponerle el "alma" de toda obra artística, como ha dicho José Angel Mañas. El escritor ha sido uno de los participantes en la presentación del encuentro "El autor en el nuevo mundo de la edición", organizado por la Asociación de Escritores de Euskadi, que se celebra este jueves y viernes, centrado en los cambios de la industria editorial por la transformación tecnológica y la llegada de los nuevos asistentes personales como Amazon Alexa, Google Home y Home Pod de Apple.

Esos asistentes, que ya funcionan en los móviles y que ahora van a aparecer en dispositivos para el hogar o en los libros electrónicos, pueden predecir los gustos del consumidor y por tanto pueden llegar a revolucionar la forma de consumir libros, según han reflexionado.

Para el escritor José Ángel Mañas, ganador del premio Ateneo Sevilla 2019 por la secuela de 'Historias del Kronen', "igual que hay máquinas que juegan al ajedrez, llegaremos a máquinas que escriban novelas muy perfectas, pero sin alma".

"Les faltará algo, la visión del mundo del escritor y casi siempre los más grandes no suelen ser los más perfectos a la hora de escribir, sino los que aportan una visión de las cosas propia", ha reflexionado.

Algorimos de recomendación

Para el editor jefe de Publishing Perspectives, Porter Anderson, lo importante de la literatura es la historia, que antes se plasmaba en papel y ahora se va a presentar en otros formatos, pero la historia debe permanecer. Ha alertado de que las plataformas que recomiendan títulos en base a algoritmos sobre coincidencias con lo leído anteriormente, y habría que preocuparse por saber quién está detrás de esos algoritmos, ha opinado.

Pero escritores y editores han coincidido en que se ha superado el dilema entre el papel y los dispositivos digitales, ebooks y audiolibros, y que trabajan desde el reto de aprovechar las posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías para el consumo de literatura.

La directora de Marketing y Negocio Digital en la editorial Anagrama, Eva Güell, ha asegurado que tras la crisis del 2008, "cuando el mercado del libro cayó estrepitosamente", la venta del papel en España se ha ido recuperando, aunque sin llegar "ni de lejos al volumen de negocio" anterior a esa fecha.

En paralelo, la venta de ebooks "no ha cubierto esa caída"; ha arrancado un mercado nuevo que creció de forma exponencial en los primeros años "y alimentó la convicción de que el libro electrónico iba a sustituir al papel, pero eso obviamente no ha ocurrido y es difícil que ocurra", ha opinado.

Por otra parte, los audiolibros, "que tienen un mercado gigantesco en el mundo anglosajón", están empezando en España como mercado emergente y, según ha vaticinado Güell, "nos estamos acostumbrando a ellos como consumidores", precisamente cuando la tecnología permite su uso en diversos dispositivos, por lo que es probable "que irrumpa en poco tiempo en el mercado". El pequeño editor, ha reflexionado, "debe ser consciente de los cambios del sector y de los lectores, y asumir el reto de avanzar sin perder la esencia de su sello editorial y de su catálogo", para poder "batirse en el mercado con gigantes".

Asistentes personales

El periodista de la revista tecnológica Xataka Antonio Ortiz ha propuesto el debate sobre "los asistentes personales que se llevan a las casas, a lo más privado e íntimo, detrás de quienes están, por ejemplo Google, que está permanentemente escuchando". Ha explicado que, de momento, se están empezando a usar solo "como altavoces o para apagar las luces", pero sus posibilidades se multiplican si se incorporan aplicaciones para otras funciones como con los teléfonos. Ortiz ha planteado su duda de que "socialmente vayamos a aceptar esos dispositivos" que además se contraponen a las limitaciones legales para proteger la privacidad del usuario de la Unión Europea, por lo que, a su juicio, parecen "exageradas" las posibilidades de implantación que se les prevé.



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