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Ellas se rebelaron contra el pelo largo


Publicación:11-08-2019
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"Aunque una llanta esté reventada y aunque se acabe la gasolina, juro, pelonas, no hacer parada frente a la Escuela de Medicina"

Hubo una época en que los pisos de las peluquerías de la Ciudad de México se llenaron de trenzas caídas y rizos interrumpidos. Las mexicanas decidieron que era momento de decirle adiós a sus cabellos interminables y sus nucas vieron el sol por primera vez. Ellas fueron conocidas como las "pelonas".


"Cortarse el cabello: signo de emancipación. Los años veinte y treinta, llamados 'locos'", escribió la historiadora Christine Bard. Desde principios del siglo XX el feminismo europeo reivindicó la liberación del cuerpo, explica la especialista Michelle Perrot.


En México la idea no fue bien recibida, en especial por algunos estudiantes de la Facultad de Medicina y de preparatoria, quienes en julio de 1924 comenzaron una cacería de brujas: acechaban en grupo a mujeres de cabello corto, con la intención de lanzarles agua y raparlas como castigo.


"Desde luego que no estamos conformes con que las mujeres se peleen: pero mucho menos lo estaremos con las feas. ¡Duro contra las feas que estén pelonas! No les toleraremos las pelucas. ¡O rapadas al cero o con trenzas como se ha usado desde los tiempos más remotos!", dijo en esos días un estudiante al reportero Jacobo Dalevuelta.


"El cabello es la mujer, la carne, la feminidad, la tentación, la seducción, el pecado", escribe la historiadora Michelle Perrot, "rapar a alguien, hombre o mujer, es tomar posesión de él, es anonimizarlo".


Las calles capitalinas de los años 20 se llenaron de pánico y de tímidos pelos cortos ocultos bajo gorros de estambre, como protección. Sin embargo, ellas defendieron su derecho a decidir sobre sus cuerpos. En sus bolsos la polvera y el estuche de pintura encontraron un nuevo compañero: el revólver. "Un tijeretazo en mi cabeza, vale la pena dar un balazo", afirmó una de las "pelonas" a EL UNIVERSAL.


"No es un simple grito de la moda. Es una revolución que nadie, ni la misma iglesia que tanto pesa en las conciencias femeninas, ha podido sofocar", narró Dalevuelta. La indignación por la corta extensión de los cabellos se volcó contra los atacantes de mujeres.


Los alumnos la Facultad de Medicina y de la Escuela Nacional Preparatoria se acusaban mutuamente. También se afirmaba que los atacantes sólo se hacían pasar por estudiantes y se organizaron guardias estudiantiles.


"Aunque una llanta esté reventada y aunque se acabe la gasolina, juro, pelonas, no hacer parada frente a la Escuela de Medicina", declamaban los poetas de microbús en octubre de 1924.


Aún entre las defensas de la causa se colaban otras violencias.


En octubre de 1925 un autor abogaba en este diario por "ultrapelonizar" la vida: "Con los cabellos cortos son ya menos peligrosas las mujeres porque tienen menos para enredarnos y enredarse ellas mismas". También había propuestas para atacar fifís "afeminados" en lugar de "señoritas".


Un siglo después el pelo corto sigue siendo mal visto. Hace unos años Emilia Sánchez le dijo a su reflejo en el espejo: "sólo es cabello". Ese día se rapó.


"¿Tienes cáncer?", "te ves más cachetona", "pareces hombre", "se trata de mejorar"…Le dijeron de todo, pero ella se sentía bien con su imagen. "Yo digo, tal vez para ti no me vea mejor, pero yo me siento mejor… ¿Qué significó? Libertad. Libertad ante mi decisión".


En enero Fernanda López pensó en cortar su pelo por una razón distinta: para sobrevivir. En esos días sonaban los intentos de secuestro de mujeres en el Metro.


"Tengo miedo…miedo de que un día pueda desaparecer por culpa de que al intentar escapar el captor alcance a jalarme del cabello...que ellos vean en mí -'una chica con cabello largo'- un potencial", contó.


Hoy ella mantiene su cabellera intacta, no permitió que un factor externo la forzara a tomar una decisión indeseada sobre su cuerpo: "Lo importante es ¿tú qué quieres hacer?", reflexiona Emilia.



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