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Opinión Editorial


Puente con historia


Publicación:20-03-2017
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Si vive usted en México, estimado lector, y es de los afortunados que tenemos un empleo fijo, estará hoy disfrutando de un lunes de descanso (a menos que sea policía, bombero, médico o enfermero).
Les llamamos “puentes” a estos fines de semana largos que se inventaron para evitar esos muy inventivos puentes de verdad, en los que la gente se tomaba, por ejemplo, un lunes cuando el feriado caía en martes. O un viernes para hilvanarlo con el jueves. De los puentes de miércoles a domingo mejor ya no hablemos, porque además nos daban el pretexto de retornar hasta el siguiente lunes “para evitar el tráfico en la carretera”, o porque “no había lugares en el vuelo de regreso”.
Este fin de semana largo en particular ha reunido al menos tres fechas/acontecimientos históricos memorables, que muy probablemente son desconocidos por la mayoría que lo están disfrutando.
En primer lugar, una que no es festejo oficial pero debería serlo: el 17 de marzo, día de San Patricio; se recuerda al célebre Batallón de ese mismo nombre. Conformado predominantemente por irlandeses y otros europeos radicados en EU, algunos de ellos desertores de su ejército, así como por otros residentes en México, el de los San Patricios se sumó a la causa mexicana durante la invasión estadounidense de 1847, que nos costó tanto.
Admirables y valientes guerreros, sus integrantes compartían no solo muchos de los valores de México, sino que conocían como pocos lo que significa vivir junto a un vecino poderoso, expansionista y no siempre justo ni caballeroso. La experiencia irlandesa junto a Inglaterra es muy similar a la nuestra con EU, o a la de Polonia con Rusia de un lado y Alemania del otro.
Su historia es inspiradora y muestra de lo que es capaz el espíritu humanista en su más amplia acepción. Y su final fue igualmente triste; maltratados, vejados y finalmente ejecutados de cruel forma por las fuerzas estadounidenses.
El sábado 18 se conmemoró, en una fiesta de paradojas y contradicciones, un aniversario más de la expropiación petrolera. Dígase lo que sea, pocos acontecimientos en la historia moderna de México han convocado a la solidaridad y a los más profundos sentimientos nacionalistas como aquel, ordenado por el presidente Lázaro Cárdenas del Río.
Es muy fácil y muy simplista argumentar que fue la nacionalización la causante del desastre que es hoy Pemex. Pero es una argumentación falaz, que ignora que muchos de los vicios y defectos de Pemex lo son más del sistema político mexicano. Ni la corrupción sin fin ni la ausencia de controles elementales ni el poder infinito acumulado por el sindicato son, per se, atribuibles a la nacionalización. Y ni me vengan con acusar a priísmos y panismos: probablemente ninguna administración reciente le causó más daño que la de Fox o la de López Portillo, entre acuerdos vergonzantes con el sindicato hasta el despilfarro de los excedentes petroleros. ¿Culpa de quién es que nos hayamos, todos, acostumbrado a vivir subsidiados por Pemex?
Paso finalmente al día de hoy, aniversario del natalicio de don Benito Juárez, homenajeado y celebrado por todo el país, ignorado también por doquier. El que debería ser el mayor legado histórico de presidente alguno en México está más bien en el cajón de los recuerdos, o mejor dicho de los olvidos. No entraré a la discusión ideológica acerca de las leyes de Reforma, de la separación Estado-Iglesia. Y no debería ser necesario recordar ni sus batallas heroicas contra la intervención ni su ejemplar conducta como servidor público. Liberal o conservador, a este país le hacen falta muchos como él.
No era mi intención (bueno, sí) distraerlos de su “puente”, pero creo que al menos deberíamos saber a qué o quién debemos no solo nuestros días feriados, sino nuestro país, conformado por incontables personajes y acontecimientos como los que hoy menciono.
@gabrielguerrac
www.gabrielguerracastellanos.com

 

 



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