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Opinión Editorial


Debate


Publicación:02-05-2024
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Lo que hemos visto en los últimos tiempos es cualquier cosa, menos un debate

"Es mejor debatir una cuestión sin resolverla,

que resolver una cuestión sin debatirla"

Joseph Joubert

Si el debate se define como "una forma de discusión formal y organizada que se caracteriza por el intercambio argumentado de ideas y/o puntos de vista entre dos o más personas con posiciones opuestas sobre un tema determinado, habría que explicárselo al INE y los partidos políticos de nuestro país.

Porque lo que hemos visto en los últimos tiempos es cualquier cosa, menos un debate.

Los organizadores y principalmente los equipos de campaña se han esmerado tanto en fijar reglas y candados protegiendo a los participantes, que se han olvidado del todo de lo que debería ser la premisa fundamental del evento: un encuentro para que los electores tengamos la posibilidad de conocer las ideas y propuestas de los candidatos sobre los  problemas que nos aquejan.

Pena ajena me causan los periodistas que han dicho que las modificaciones en el esquema esta vez lograron que el debate fuese más fluido. Tal vez fue más dinámico y con menos quejas sobre el reloj, pero no dejó de ser inconexo e incongruente.

Un buen amigo lo describió como una mala copia de cualquier episodio de la serie "Seinfield" en la que cada personaje pronunciaba parlamentos sobre sus propias ideas sin considerar lo que los otros decían y los únicos puntos de encuentro fueron algunas de las acusaciones que se hacían y para las que no había más respuesta que "la candidata(o) miente".

Porque eso de debate no tiene nada, más parecía un concurso de lectura veloz o el Campeonato Nacional de Merolicos, por la urgencia de todos de cuidar el tiempo, restando intencionalidad a lo que decían.

¿De verdad será tan difícil centrarnos en los principales problemas del país, permitir que uno de los participantes brinde una exposición y en base a ella que el resto complemente, refute, corrija o aclare? ¿De qué diantres nos sirve enterarnos de todo el lodazal que se tiran de un lado a otro? ¿Eso nos arreglará la economía, seguridad, salud, educación, desarrollo o infraestructura o de perdido mejorará la administración? ¡No!

Eso no es un debate, porque se trata simplemente de un catálogo de buenos propósitos, de un montón de promesas que en su inmensa mayoría no podrán ser cumplidas y de buscar a toda costa meterle el pie al rival para ver si lo pueden descarrilar.

No informa y mucho menos es atractivo, el formato así termina aburriendo a todos y, lo que es peor, desanimando la participación ciudadana al fomentar el abstencionismo ya que invariablemente al final te queda la sensación de que esos candidatos no nos representan y viven en un mundo muy distinto al nuestro.

Se defienden y protegen tanto que al final terminan dándose un balazo en un pie.



« Francisco Tijerina Elguezabal »